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El recelo frente a la carne, es decir, el cuerpo, lo instintivo, lo sexual, no es solo algo teórico, sino que ha estado muy arraigado en la conciencia de mucha gente. Todo lo relacionado con el sexo se consideraba malo, sucio, grosero, difícil de justificar. Lo que el sexo tiene de impulsivo es veía como una fuerza peligrosa y amenazante. Esta forma de ver las cosas ha desaparecido por casi por completo al abandonarse la visión dualista del hombre, aunque se ha pasado a una situación confusa. Se trata de un nuevo dualismo que separa cuerpo y espíritu como mundos distintos. El cuerpo está dominado por el determinismo biológico y psicológico. El espíritu es el sujeto de una libertad sin condicionante alguno. Se presenta la sexualidad, desconectada de cualquier función unitiva o procreadora, como absoluta tendencia al goce. Ello trae consigo la expansión de lo sexual, que deja de sentirse como algo obsceno para manifestarse públicamente de forma avasalladora, al tiempo que se banaliza rebajándolo a la mera satisfacción de un apetito o al simple alivio de una necesidad fisiológica, También se ha convertido el sexo en un objeto de consumo: excitar el instinto sexual es una buena forma de vender cualquier producto. Frente a todo ello hay que proclamar que, ni obscena ni banal, la sexualidad es una dimensión esencial del ser humano. La sexualidad humana no es, en modo alguno, igual a la animal. En el animal, el sexo es el instinto reproductor, la fuerza que se manifiesta en determinadas épocas de la vida y le arrastra a apareamiento con el otro sexo. Es algo incontrolable, que actúa a nivel biológico. En el ser humano, en cambio, el instinto sexual no se limita a las épocas de celo. Y aunque posee también es más dimensión biológica, es algo mucho más rico que afecta a la persona entera. Ser hombre o ser mujer es más que tener sexo masculino o femenino. En este sentido, hay que distinguir la genitalidad de la sexualidad. La genitalidad se refiere a la base biológica de la sexualidad, al ejercicio de los instintos sexuales. Pero ésta no es la única forma de vivir la sexualidad. Laque la sexualidad se refiere a todo el conjunto de rasgos que determinan o caracterizan nuestro estilo peculiar de ser hombre y mujer. Que el hombre y la mujer sean diferentes no significa que tengan distintos derechos o dignidad. Hombre y mujer son distintos en su forma de ser, pero iguales en derecho y dignidad. La diferencia entre hombre y mujer se establece en un plano más hondo y radical, que es el que hace posible la sexualidad como complementariedad, La unión plena de hombre y mujer, capaz de dar sentido a una vida en común y no un fugaz goce, solo es posible porque cada uno encuentra en el otro, y solo en el otro, algo que lo complementa. Sentido profundo de la sexualidad humana: La sexualidad es en el ser humano un lenguaje, una forma de comunicación cuyo vehículo es el cuerpo. Como lenguaje, sirve para expresar la unión, la entrega, el amor, como acogida del otro y donación de sí mismo. Y en esto se diferencia radicalmente la sexualidad humana de la animal. La sexualidad humana adquiere su auténtico cuando es integrada en una relación interpersonal de amor. Pero esta relación adquiere muchas formas o niveles, todos ellos impregnados de sexualidad. Cada persona tiene, además sus formas propias que el otro debe saber entender o interpretar y responder también: todo ello manteniendo en forma activa por ambos en una comunicación que no cae en la monotonía, sino que descubre constantemente nuevos horizontes de ternura, de encuentro, de unidad. La sexualidad entendida como comunicación desde esta profundidad humana y no solo a nivel instintivo, hace que el hombre y la mujer se sientan como dos seres complementarios. La diferenciación entre varón y hembra, por una parte nos tilita, pero por otra nos proyecta a la búsqueda de la pareja como complemento natural de nuestro propio ser. En el encuentro mutuo, hombre y mujer se reconocen en plenitud como personas. Por tanto, la limitación sexual (ser hembra o varón) nos revela incompletos y nos impulsa a abrirnos al otro para sentirnos más humanos, más personas. Pero no a cualquier otro indiferenciado, sino a otro único, exclusivo, irrepetible, a un tú que da sentido a mi yo. Todo lo dicho hasta aquí vale también cuando la sexualidad se expresa a nivel de genitalidad. Es aquí donde el intercambio sexual llega a su plenitud. Pero no todo acto sexual alcanza esa plenitud: para ello es necesario que forme parte de ese diálogo de amor, entrega y unión que es la relación sexual en todos los niveles. Si es mero intercambio corporal y búsqueda exclusiva de placer, entonces la comunicación sexual se desvirtúa, el lenguaje del cuerpo queda como vacío de contenido, pierde su verdadero sentido y, al descubrirnos insatisfechos, podemos pensar que ello se debe a que el otro es inadecuado, y tratar de sustituirlo, cuando lo inadecuado es el contexto de la relación, que no es de amor, sino de mero egoísmo. Son muchos los conflictos matrimoniales, abiertos o latentes, que pueden tener su origen en una mala comprensión de la sexualidad: comprensión no sólo teórica, sino práctica (lo que de hecho, significa la sexualidad en la vida de la pareja). Porque el diálogo sexual tiene que ser, ante todo, eso, diálogo, no monólogo de una de las partes, o de las dos pero en lenguajes distintos. Ambos tienen que tomar parte activa, en todos lo niveles, no solo en el genital, de forma que nunca una de las partes se sienta dominada, utilizada o a expensas de la otra. Lo sexual adquiere plenamente su sentido humano dentro de una relación total entre dos personas que se descubren como complementarias la una de la otra y encuentran en ello su gozo, sin convertirse el uno para el otro en simple objeto productor de placer. Por su hondura y por la dificultad de no recibido la debida educación desde la infancia, muchas parejas, incluso con bastantes ańos de vida en común, no acaban de encontrar la forma de vivir en plenitud esta dimensión tan importante de su ser y que afecta a lo más íntimo de su relación; por eso hay que ańadir que se precisa una actitud de búsqueda y aceptar que, en la medida en que el matrimonio va madurando y adquiriendo solidez, va entendiéndose mejor el significado de lo que aquí se expresa. El sentido profundo de la sexualidad humana tiene que ser vivido por la pareja de forma permanente. No es algo que se adquiere de una vez para siempre, sino algo que se conquista día a día mediante la acogida del otro y la confianza, la donación de sí mismo y la plena disponibilidad. Pero un amor autentico no puede quedar encerrado en la mutua relación, sino que de ella extrae su fuerza expansiva, transformadora y fecunda. La sexualidad como fecundidad: Es posible que hayamos echado de menos, en lo que llevamos dicho sobre la sexualidad, una alusión a la procreación, con lo que está tan íntimamente relacionada. No hemos empezado por este punto para que quedara bien claro que la sexualidad humana es radicalmente distinta de la de animal. Si en el animal es sexo es un mecanismo biológico para la reproducción, en el ser humano es algo más rico y complejo. żQué papel juega entonces la fecundidad? Transmitir la vida humana es una capacidad maravillosa que necesita el concurso de la pareja; pero esta transmisión puede realizarse dentro de una relación de amor o ser mera consecuencia de la biología. El amor auténtico tiende por su propia naturaleza a expandir la vida; el instinto biológico busca ante todo satisfacerse, aunque al hacerlo se transmita la vida. El hijo que nace es fruto último de la sexualidad humana vivida como relación de amor o sólo como instinto, y aunque el resultado inmediato sea el mismo: el nacimiento de una nueva vida, siempre sagrada y digna, el contexto en que se realiza es totalmente diferente. Por otra parte, la procreación no es algo potestativo o indiferente que quede siempre a la voluntad de la pareja, como si fuera igual tener hijos que no tenerlos. El hijo es el final de un proceso que hombre no debe detener arbitrariamente. Vivir la sexualidad como entrega y donación conlleva el estar abiertos a que el amor se haga fecundo. Y el hijo nacido del amor refuerza y enriquece el amor de sus padres. Hay que subrayar, por último, este aspecto de la sexualidad: la generosidad. La sexualidad no se agota en el sujeto sexuado. Efectivamente, ella es un medio para la realización del ser humano. Pero esta realización no cierra al sujeto sobre sí mismo, sino que lo abre y proyecta fuera de él. Ante todo hacia el cónyuge, pero además hacia los hijos. Ésta es la gran paradoja del amor humano: que al darse no pierde nada, sino que lo gana todo. PATERNIDAD RESPONSABLE Y PLANIFICACIÓN FAMILIAR: La fecundidad no es solo una fuerza ciega e irracional presente en el cuerpo humano. Tener hijos no es fruto de uno mecanismos que funcionan por su cuenta en el hombre y en la mujer. La fecundidad debe ser también humana en el pleno sentido de la palabra, es decir, responsable y consciente, libremente aceptada. Pero ha de entenderse rectamente esta responsabilidad. Una relación amorosa que excluya por opción la procreación, está esencialmente desnaturalizada, ya que el amor tiende a ser fecundo, busca hacerse vida en los hijos. La pareja replegada sobre sí misma, cerrada a la transmisión de la vida, no vive el amor, sino su opuesto, el egoísmo. Se excluye los hijos porque pueden “perjudicar” nuestra vida profesional, el disfrute de nuestras comodidades, etc. El hijo deja de ser la mejor realización de nuestro amor, ya que queda pospuesto frente a la vivienda, la profesión, los viajes, el nivel de vida… Habrá que preguntarse por la autenticidad de ese amor. Por otra parte, procrear no es solo traer hijos al mundo, sino comprometerse a hacerlos personas a través de su educación. Tarea difícil que se prolonga en el tiempo y que exige medios y esfuerzos y una constante capacidad de adaptación. Los hijos, inicialmente fruto de nuestro amor, continuarán siendo durante mucho tiempo, fruto de nuestros desvelos. Y este desvelo, este cuidado por los hijos, exige nuestra responsabilidad constante y compartida. El acuerdo permanente y renovado de la pareja para responder a las exigencias cotidianas en la medida en que ésos crecen y se desarrollan. El término paternidad responsable, significa un examen atento de nuestras posibilidades, pero también de nuestro orden de valores, de nuestras obligaciones, de nuestras actitudes. Ser responsables de algo, es asumir la pesada carga de decidir después de un atento y minucioso examen. Por el contrario, es totalmente irresponsable, tomar decisiones a partir de razones tales como el gusto, la opinión mayoritaria, la desconfianza, etc. Una planificación seria, basada en criterios sólidos y objetivos, hará posible el amor conyugal y la fecundidad. Quizás surjan situaciones de conflicto y dificultades que resolver, pero la única forma de afrontarlas será desde unos fundamentos claros y una voluntad firme. Bajo el término planificación familiar, muchas veces, se reduce a la búsqueda de medios para evitar o espaciar la llegada de nuevos hijos. Los medios que la ciencia pueda poner a nuestra disposición servirán solo en la medida en que nuestra planificación familiar esté basada en razones profundas, sólidas y honestas. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO: ż Puede Considerarse plenamente humana la sexualidad que se vive al margen del amor? Razona tu respuesta. żEs el ejercicio de nuestra sexualidad una forma de comunicación profunda y de expresión del amor, o solamente una forma de satisfacer el instinto? żNos ayuda la diferenciación sexual para lograr la complementariedad que como hombre y mujer necesitamos? żEn que aspecto lo apreciamos mas destacadamente? żQué aporta a la vida del matrimonio el compromiso de la paternidad? żEntendemos la planificación familiar como una decisión seriamente meditada y compartida o por el contrario, buscamos simplemente reducir el número de hijos y dejamos que sea solo un miembro de la pareja (por lo general la mujer) la única que se preocupe de hacerlo?  '(^_` 9 : ˛Ĺ<fgŁ23ĘB< ńĺŐČż´¨Ÿ——‡th`X`XPXH@hů…OJQJh P+OJQJhůEűOJQJhű"ŚOJQJhÄJžOJQJhÄJžh f‘5OJQJhÄJž5>*OJQJh f‘OJQJhA}OJQJhm; OJQJhž)IOJQJhž)I5OJQJhž)Ihž)I5OJQJhž)I5>*OJQJh”"E>*OJQJhž)I>*CJ OJQJaJ hž)Ihž)I>*CJ OJQJaJ hž)ICJ OJQJaJ hž)Ihž)ICJOJQJaJ(_`Ă : ˛Ĺ3é<gh3= Ţ#ß#÷˙&˝ ä˙&nÔ˙&nÄ˙&p Ä˙&&Ä˙&p Ä˙& Ä˙&&Ä˙&J Ä˙&&ą˙&nĽ˙&nĽ˙&LĽ˙&Ţ Ľ˙&Ţ Ľ˙&LĽ˙&($Ľ˙&n $„^„a$gdÄJž$ & F„„Wţ^„`„Wţa$gd f‘$„Ž„6^„Ž`„6a$gd f‘$„Ž„r˙^„Ž`„r˙a$gd f‘$ & F„Ž„r˙^„Ž`„r˙a$gd f‘$a$gdž)Iě9ţ< = Ó Ý#Ţ#ß#ý#ţ#f%ż%Ŕ%)Ö)×)’+Â+Ă+Ä+Ë+Ů+--v-w-á-—/˜/[1ç1č1#2$2›3­4Ž4í5ď56ď7ń8řđčđčÝŃčÉčÉÁÉÁśŞś˘š˘š˘’˘’˘’Š’Š‚Š‚Š‚zozgh•4 OJQJhßQ„5>*OJQJhßQ„OJQJhšaOJQJh6ţOJQJhŇUžOJQJhX ťOJQJhN#OJQJhX ťhX ť5OJQJhX ť5>*OJQJhkHOJQJhX{áOJQJhŃ,EhŃ,E5OJQJhŃ,E5>*OJQJhŃ,EOJQJhů…OJQJh P+OJQJ'ß#ţ#˙#Ŕ%9(×)’+Ă+Ä+-˜/č1œ3Ž4í5î5ď566ô˙&ně˙&nÜ˙&”Ü˙&p Ü˙&&Ü˙&”Ń˙&nÉ˙&nš˙&¸ š˙&p š˙&p Š˙&”Š˙&¸ Š˙&¸ Š˙&nŠ˙&nŠ˙&nŠ˙&n$„„L^„`„La$gd6ţ$„„L^„`„La$gdN#$a$gdX ť $ & Fa$gdX ť$„h„6^„h`„6a$gdŃ,E$a$gdŃ,E $ & Fa$gdŃ,E6z67Ş7ď7ú8ű8ü8ý8é9ę9ë9ě9ô˙&Üô˙&Üô˙&J ô˙&nô˙&¸ ä˙&nä˙&nÔ˙&nČ˙&nź˙&nź˙&n´˙&†ń$a$gdž)I $„¸`„¸a$gdž)I $„¸`„¸a$gdkH$„h„6^„h`„6a$gdŃ,E$„„L^„`„La$gd6ţ $ & Fa$gdßQ„ ń8ů8ú8ű8ü8ý8(9D9é9ę9ë9ě9říĺÚÎĆžłŤŁ˜hž)Ihž)IOJQJhm; OJQJhA}OJQJhkHh f‘OJQJhkHOJQJh f‘OJQJhŃ,EhkH5OJQJh6ţhšaOJQJhšaOJQJhßQ„hßQ„OJQJhr'ÖOJQJ 21h:pž)I°‚. °ĆA!°8"°8# $ %°°Ä°Ä ÄœJ@ń˙J ”"ENormal d¤ČCJ_HaJmH sH tH NA@ň˙ĄN Fuente de párrafo predeter.Rió˙łR 0 Tabla normalö4Ö l4Öaö ,kô˙Á, 0 Sin lista DţOňD ž)I Párrafo de lista ^„Đm$ě1H˙˙˙˙ ˙˙"&Ł ˙˙"&Ł ˙˙"&Ł ˙˙"&Ł ˙˙"&Ł< ŃQ&ý0ě1 G(_`Ă:˛Ĺ3 é < g h 3=Ţßţ˙Ŕ9 ×!’#Ă#Ä#%˜'č)œ+Ž,í-î-ď-..z./Ş/ď/ú0ű0ü0ý0é1ę1ë1î1˜0€€˜ 0€€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜ 0€€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜ 0€€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜ 0€€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜ 0€€€˜ 0€€€˜ 0€€€˜ 0€€€˜ 0€€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€< ń8ě9 #ß#6ě9!"ě9đLđ# đ †AĹA@ń˙˙˙€€€÷đ’đđ0đ( đ đđB đS đżË˙ ?đî1î1ß˙–Ŕa'˜'e.z.x/Ş/î1î1ť;Ř#XÚw˙˙˙˙˙˙˙˙˙k%´r`Ô<˙˙˙˙˙˙˙˙˙h„8„˜ţĆ8^„8`„˜ţB*OJQJo(ph˙‡hˆHˇđh„„˜ţĆ^„`„˜ţOJQJ^Jo(‡hˆHoh„Ř „˜ţĆŘ ^„Ř `„˜ţOJQJo(‡hˆH§đh„¨ „˜ţƨ ^„¨ `„˜ţOJQJo(‡hˆHˇđh„x„˜ţĆx^„x`„˜ţOJQJ^Jo(‡hˆHoh„H„˜ţĆH^„H`„˜ţOJQJo(‡hˆH§đh„„˜ţĆ^„`„˜ţOJQJo(‡hˆHˇđh„č„˜ţĆč^„č`„˜ţOJQJ^Jo(‡hˆHoh„¸„˜ţƸ^„¸`„˜ţOJQJo(‡hˆH§đ„Đ„˜ţ^„Đ`„˜ţo()€„ „˜ţ^„ `„˜ţ.‚„p„L˙^„p`„L˙.€„@ „˜ţ^„@ `„˜ţ.€„„˜ţ^„`„˜ţ.‚„ŕ„L˙^„ŕ`„L˙.€„°„˜ţ^„°`„˜ţ.€„€„˜ţ^„€`„˜ţ.‚„P„L˙^„P`„L˙.k%´rť;Ř#˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙H—:                 ĺ •4 m; *ukHšaN# P+”"EŃ,Ež)I§+IŹ QA}ßQ„ů… f‘ŇUžű"ŚX ťÄJžr'ÖŚ.ÝX{áůEű6ţî1˙@€''ę1  ''ě10@˙˙Unknown˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙G‡z €˙Times New Roman5€Symbol3& ‡z €˙ArialE.Berlin Sans FBE& ‡ŸCentury Gothic7.ď { @ŸCalibri?5 ‡z €˙Courier New;€Wingdings"đˆđÄäŠnľÓŽźÓ&Ž>*ZŽ>*Z!đ8 n´‚r4Ó1Ó13ƒQđüýHP)đ˙$Pä˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙ž)I˙˙WinuEJessica  ţ˙ŕ…ŸňůOhŤ‘+'łŮ0d˜¤°ŔĚŘč ř  , 8DLT\äWinuENormalJessica5Microsoft Word 10.0@q@ô!5/ŤÉ@|>:ߍÉŽ>*ţ˙ŐÍ՜.“—+,ůŽ0đ hp„Œ”œ ¤Ź´ź Ä Ńä Windows uEZÓ1˝  Título  !"#$ţ˙˙˙&'()*+,-./ţ˙˙˙1234567ţ˙˙˙9:;<=>?ţ˙˙˙ý˙˙˙Bţ˙˙˙ţ˙˙˙ţ˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙Root Entry˙˙˙˙˙˙˙˙ ŔF`˛ŻAߍÉD€1Table˙˙˙˙˙˙˙˙%ÁWordDocument˙˙˙˙˙˙˙˙4HSummaryInformation(˙˙˙˙0DocumentSummaryInformation8˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙8CompObj˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙k˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙ţ˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙˙ţ˙ ˙˙˙˙ ŔFDocumento Microsoft Word MSWordDocWord.Document.8ô9˛q